martes, 29 de noviembre de 2011

La Ilegitimidad de la Constitución Chilena

Con el golpe de estado de 1973 encabezado por Augusto Pinochet, se pone termino al periodo Constitucional iniciado el 18 de septiembre de 1925. Para el Estado Chileno fue motivo de orgullo el hecho que desde 1833 solo una vez se haya reemplazado la carta fundamental.
Desde sus comienzos, la dictadura de Pinochet pensó en la dictación de una nueva Constitución. Es así como el 25 de octubre de 1973 (poco después del golpe), por Decreto Supremo se nombra una Comisión para el estudio y elaboración de un anteproyecto de nueva Constitución para el Estado.
El 18 de octubre de 1978 la Comisión de Estudios Constitucionales hizo público el anteproyecto de nueva Constitución. Luego el anteproyecto debía pasar por la revisión del Consejo de Estado que demoró su análisis hasta el 1 de julio de 1980 para posteriormente recibir el visto bueno de la Junta Militar, encabezada por Augusto Pinochet. Este último, con la aprobación de la Constitución de 1980 salía de la Junta de Gobierno, pasando a ocupar el cargo de Presidente de la Republica y Capitán General del conjunto de las fuerzas armadas. 
El 11 de septiembre de 1980 tuvo lugar el plebiscito, convocado con solo un mes de anterioridad, y para el cual la oposición no adopto una opción clara. Parte de ella (de izquierda), opto por restarse a participar, en tanto que otro sector después de vacilaciones opto por llamar a votar que no. 
Fue unánime sin embargo, en la oposición la denuncia de falta de garantías para la legitimidad del acto eleccionario. En efecto, no existían registros electorales, no existía un censo de votantes, no había un acceso proporcional a los medios de comunicación de ambas opciones, se vivía en permanentes estados de excepción, por lo que existía una restricción a las libertades públicas, la oposición no contó con apoderados de mesa, que vigilaran el normar desarrollo del proceso y tampoco existía un tribunal calificador de elecciones, donde realizar denuncias por irregularidades.
Por todas las falencias descritas, no solo la gestación del proyecto de nueva Constitución (Comisión de estudios Constitucionales y Consejo de Estado, cuyos miembros fueron designados por la junta Militar) fue irregular, sino además el plebiscito mediante el cual esta fue supuestamente aprobada, ya que no contó con las garantías mínimas necesarias. 
Del Plebiscito se puede decir que existieron numerosas evidencias de fraude, lo más importante sin embargo, fue el hecho de que parte de la oposición se haya subido a este carro legitimando el acto eleccionario, lo que le demostró a la Dictadura Militar, que la oposición a pesar de sus declaraciones terminaría asumiendo el camino y cronograma trazado por la Constitución de Pinochet. 
La derrota de Pinochet en el plebiscito de 1988 no estaba en los planes de los ideólogos del Régimen Militar. La oposición había aceptado las reglas del juego y el cronograma impuestos, la estrategia opositora consistió en negociaciones con el Régimen, (y posteriormente en el llamado “periodo democrático”, con sus herederos políticos) para democratizar gradualmente la carta fundamental.
Durante el año 1989 y aún durante el gobierno de Pinochet, la Concertación de Partidos Por la Democracia, consensuó con la dictadura un primer paquete de 54 reformas que fueron aprobadas mediante plebiscito. Gradualmente durante el periodo post dictatorial, se avanzó en diversas reformas que fueron democratizando la Constitución.
La última gran reforma, y a nuestro entender la más importante, se produjo recién durante el año 2005, a finales del gobierno del Presidente Ricardo Lagos (Partido Por la Democracia). Incluso se ha llegado a hablar de “la Constitución de Lagos”, queriendo dar a entender con esto que Chile ha superado la Constitución Pinochetista, lo que creemos es un error, ya que la Constitución mantiene sus principales instituciones. La mantención del sistema electoral binominal consagra el empate entre la mayoría y la primera minoría, que produce artificialmente entre estas la misma representación parlamentaria, dejando además fuera a otras fuerzas importantes que no participan de los dos principales bloques políticos. A lo anterior se suman los altos quórum requeridos por la Constitución para tratar materias importantes, lo que produce que la oposición Pinochetista, tenga hoy en Chile un verdadero veto y un poder desmedido y antidemocrático.
La lógica ultraliberal de la Constitución Pinochetista sobreprotege el Derecho de Propiedad y desprotege absolutamente los derechos económicos y sociales de los chilenos. No consagra la existencia de los pueblos indígenas, establece un régimen presidencialista, un estado centralizado, no contempla mecanismos de participación popular como el plebiscito, etc. 
Hoy son múltiples los sectores que llaman a debatir sobre la necesidad de una nueva Constitución para Chile y la convocatoria de una Asamblea Constituyente (Partido Demócrata Cristiano, Partido Socialista de Chile, Juntos Podemos, etc.). La tarea es generar un amplio movimiento ciudadano que permita de una vez por todas, que el pueblo chileno pueda construir su propio destino dejando atrás la época Pinochetista, representada aún por la vigencia de su ilegitima Constitución.

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